ED GEIN

La noticia acerca de la desaparición de Mary Hogan causó un gran impacto en la pequeña localidad de Plainfield y se dispersó por los pueblos de los alrededores. Todos los habitantes del pueblo especulaban acerca de lo que le podía haber sucedido. El dueño del aserradero recordó haber visto a Ed Gein sentado al fondo de la barra de la taberna de Hogan, solo y absorto en sus pensamientos, contemplando a la propietaria con ojos fríos e inexpresivos. Él y muchos otros vecinos que habían conversado con Ed, recordaron cómo éste bromeaba frecuentemente sobre el paradero de Mary Hogan con frases como “No ha desaparecido… De hecho está ahora mismo en mi granja”. 
Pero ninguno de estos comentarios alarmaron nunca a nadie, puesto que lo atribuían a otra muestra más del comportamiento excéntrico del granjero.
Más asesinatos a sangre fría
El 16 de Noviembre de 1957, cuando el caso ya empezaba a quedar en el olvido, Ed Gein asesinó a la dueña de una ferretería, Bernice Worden, disparándole un tiro en la cabeza con un rifle de caza. De la misma manera que tres años antes, arrastró el cuerpo hasta la parte trasera del local, cargándolo en su furgoneta y llevándoselo de allí. Pero esta vez cometió un error: Ed había entrado con la excusa de comprar líquido anticongelante para su furgoneta y su nombre figuraba apuntado en el libro de contabilidad de la tienda como último cliente.
Mientras dos agentes de policía arrestaban a Ed, otros dos fueron a registrar su granja y lo que vieron al entrar en el cobertizo de las herramientas les heló la sangre: el cadáver de una mujer colgaba boca abajo de unas poleas, decapitado y desnudo. Había sido abierto en canal desde el pecho hasta la base del abdomen y vaciado por dentro. Las tripas estaban metidas dentro de una bolsa de esparto y en otra bolsa apareció la cabeza de Bernice Worden. Tenía unos garfios atravesando las orejas, preparada para colgar del techo a modo de decoración.
               
La policía se percata de los actos macabros de Ed Gein
Al seguir inspeccionando la granja, además de una gran acumulación de basura y desperdicios, encontraron un espectáculo macabro: una colección de cráneos humanos, algunos enteros y otros cortados transversalmente para ser usados como cuencos, máscaras hechas con piel humana que decoraban la habitación de Ed Gein, así como sillas y varias prendas de vestir confeccionadas de la misma manera. Había cajas con huesos humanos dentro, y en la cocina hallaron una olla hirviendo con el corazón de Bernice Worden en ella. También hallaron La cabeza de Mary Hogan en una de las bolsas. La única habitación de toda la casa que estaba intacta era la de su madre, que estaba sellada con tablones de madera desde que falleció.
Ya en comisaría, Ed admitió que muchas veces sentía la necesidad de acudir al cementerio y exhumar los cadáveres de las mujeres muertas que le recordaban a su madre, muchas de las cuales había conocido en vida. A veces se llevaba los cuerpos enteros, mientras que otras veces simplemente aquellas partes que más le interesaban. Según dijo, nunca había mantenido sexo con los cuerpos, porque decía que “olían mal”.
Asimismo, Ed Gein reconoció que muchas noches oía la voz de su madre antes de dormirse y que de alguna manera, le instaba a matar. De acuerdo con esto, según la clasificación de Holmes y DeBurger (1988) de los asesinos en serie, formaría parte del tipo de asesino “visionario”, que es aquel que mata movido por un trastorno mental evidente. Este trastorno provoca en quien lo padece una ruptura con la realidad y, debido a delirios y alucinaciones (la mayoría de veces de tipo auditivo), cumple las órdenes de matar a un tipo de personas, que suelen reunir unas características comunes entre ellas. Estos mandatos suelen provenir de seres de otro mundo o del mismísimo diablo, pero también de seres que, por una razón u otra, han ejercido un gran dominio sobre los asesinos, los cuales llegan a percibirlos como deidades de innegable autoridad.

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